miércoles, 9 de noviembre de 2016

CONTROL DE LAS MALAS HIERBAS

Las malas hierbas en pequeñas cantidades no son más que una anécdota en nuestro huerto o jardín. No tienen que preocuparnos, el problema suge cuando nos encontramos ante especies invasoras que se reproducen rápidamente y con enorme facilidad. Pueden llegar a tomar el control de los nutrientes y nuestros cultivos se verán seriamente amenazados. Veamos unos pocos tips para controlar las malas hierbas y que no nos jueguen una mala pasada.

Contra las malas hierbas sólo sirven dos virtudes humanas, la paciencia y la constancia. Hay que vigilar regularmente e ir arrancando las malas hierbas conforme aparecen. Además de ser la forma más efectiva es también la más sostenible y la más económica. Dedicar unos minutos cada pocos días nos ahorrará muchos problemas y sobre todo duros esfuerzos y sudores.

Ya sea en las macetas como en el jardín y en el césped lo importante es arrancar la mala hierba antes de su madurez para evitar la presencia de simiente. Nuestra trabajo será entonces mucho más efectivo. En el caso del césped hemos de arrancar las malas hierbas de raíz como en cualquier otro lugar pero lo haremos antes de cortarlo. Cuando pensamos en malas hierbas nuestra mente se va directamente a los herbicidas pero no son una buena solución y menos en un pequeño jardín o huerta familiar.

Las malas hierbas más difíciles de exterminar son las gramíneas y todas las que se reproducen por estolones. Requieren una dosis extra de trabajo y paciencia. Otras resultan difíciles de arrancar pues se rompen fácilmente y la raíz queda bajo tierra. Usaremos una azada o cualquier otra herramienta para asegurarnos de sacar la raíz. Ten en cuenta que algunas de estas plantas maduran muy rápidamente y es fácil que tengan semillas antes de lo que pensamos. Recoger las plantas y echarlas en un lugar apartado para que sequen y después quemarlas es la mejor solución

Los abonos orgánicos, sustratos y composts mal curados son una fuente importante de infestación de malas hierbas. Si los compramos hemos de asegurarnos que han sido tratados a alta temperatura o que han fermentado correctamente. Si hacemos nuestro propio compost es mejor no echar en él las malas hierbas que vayamos arrancando.

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